Si se busca en cualquier
diccionario hay varias definiciones sobre la palabra orgullo dependiendo del
contexto, la que yo he encontrado lo define como satisfacción personal que se
experimenta por algo propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso.
Ejemplo: tu aprobado ha llenado de orgullo a tus padres. Esto me permite
deducir que se siente orgullo por aquello lo cual se trabaja, se esfuerza, se
logra mediante la constancia. Mi pregunta entonces es ¿Te sientes orgulloso de
ser gay? Bitch, please…
Hoy es 28 de junio, se
celebra internacionalmente el Día del Orgullo Gay o Día Internacional del
Orgullo LGBT. En esta fecha se conmemora Los Disturbios de Stonewall, en la Nueva
York de 1.969 y tal celebración, que se identifica con sus marchas coloridas y
multitudinarias se viene dando cada vez con mayor fuerza desde finales del
siglo pasado.
Sigue mi pregunta ¿Te
sientes orgulloso de ser gay o debería yo sentirme orgulloso de eso? Pues,
simplemente no me siento orgulloso de algo que es natural en mí. Porque como
dije al principio de este pobre artículo: se siente orgullo de aquello que
surgió del esfuerzo personal, de lo que se sudó. Decir que me siento orgulloso
de ser homosexual y pavonearme con ese hecho es como si me sintiera orgulloso
de porque me crecen la uñas, orgulloso porque respiro o tengo dos pulmones y un
estómago. Nadie, absolutamente nadie siente orgullo porque los vellos de su
nariz cumplen a cabalidad su función o que la cera en el oído no permitió que
un insecto entrara más. ¡Nadie se siente orgulloso de lo que nació con él!
Entonces, a esas miles y
miles de personas que salen a marchar porque se siente orgullosas de su
orientación sexual les hago otra pregunta ¿Hay Día Internacional del Orgullo
Heterosexual? No, no lo hay ¿Por qué? Porque ser heterosexual es natural, es
normal, como también es completamente corriente ser homosexual. Usted no ve que
un heterosexual pone una bandera que lo identifica como tal en la entrada de su
casa, en su cuarto o la carga como pulsera ¿Por qué? Porque su orientación
sexual es irrelevante en cuanto a su condición como ciudadano, persona, amigo y
afines. Y porque simplemente a nadie le importa eso.
Esto aplica también en otros
casos. Como por ejemplo las mujeres que dicen sentirse orgullosas de ser
mujeres ¿Tuviste elección? ¿Cuándo naciste quien te recibió te preguntó si
querías ser mujer o no? También aplica para quien dice sentirse orgulloso de
ser venezolano, español, argentino. Por el dios de tu preferencia, tú no
elegiste nacer en determinado país, te tocó y ya.
No sé de verdad qué intentan
hacer con sus vidas aquellas personas que al presentarse o en el mundo 2.0 en
las redes sociales, dicen que son homosexuales y en mi cabeza simplemente
retumba una pregunta ¿Qué carajos me importa eso a mí? ¿Qué les importa a los
demás? En mi caso personal, le importa si soy gay o no a quien pregunte, de
resto, no veo necesario restregárselo en la cara a los demás. Yo simplemente
digo que tu orientación sexual no te hace ni buena, ni mala persona. No te hace
inferior o superior a los demás, ni más, ni menos inteligente o estúpido.
En cuanto a la “comunidad”,
es irónico que aquellas personas que se esfuerzan de manera admirable para ser
aceptados se encierren en una comunidad y aparten de la sociedad. Les tengo una
mala noticia: esa sociedad que tanto criticas y desprecias, bueno, tú
perteneces a esa perra y decadente agrupación. A menos que seas de otro
planeta.
Yo, quien escribe no
pertenezco a ninguna comunidad, pertenezco al mundo, soy ciudadano de todo lo
que me rodea, veo y puedo tocar. Soy igual a los demás, con los mismos derechos
y deberes como ciudadano.
Este fulano día del orgullo
gay, debería ser un día internacional de la tolerancia, del entendimiento. En
vez de marchar vestidos de estereotipos que luego caen pésimos cuando te los
recriminan siendo tú mismo quien los creó, debería ser una marcha donde tanto
homosexuales, heterosexuales, bisexuales, asexuales, católicos, cristianos,
evangélicos, negros, blancos y asiáticos se unan, se tomen de las manos y hagan
entender de una vez por todas que convivimos en una casa que se llama Tierra.
Una casa que cada vez va quedando más chica y por lo tanto o aprendemos a convivir juntos,
sin diferencias o aprendemos a vivir odiándonos, creando fronteras y al final,
matándonos.
Quizás a algunos les caiga
mal lo que he escrito, quizás otros estén de acuerdo o como yo, si estuviera en
su lugar, muchos ni se tomarán el tiempo de leer esta líneas. Pero como dice la
canción:
“Defender
mi ideología, buena o mala, pero mía”- Alejandro
Lerner