lunes, 28 de marzo de 2011

Yo Creo...


Creo en el anuncio apocalíptico de Carmina Burana, en el oído sordo de Beethoven y en la oreja desterrada de Van Gogh.

Creo en la locura todopoderosa de José Arcadio Buendía, en las memorias de las putas tristes del Gabo, en la  venda negra de Amaranta y en la pasión avejentada pero ardiente de Florentino y Fermina.

Creo en las cejas de María Félix, en el tempano de hielo de Greta Garbo y en la voz de Carmen transfigurada en la garganta de María Callas.

Creo en la esperanza de salvar mi alma en el purgatorio, pues así me lo enseñó Dante cuando como loco buscaba a su amada Beatriz.

Creo que la culpa sigue siendo de la vaca.

Creo en la vejez prematura de Edith Piaf, pero no me olvido que la vida sigue siendo rosa y que ella no lamentó nada, ni el bien, ni el mal… Todo eso le dio igual.

Creo en los ojos violetas de Liz, en el picón de Marilyn porque me enseñaron que la belleza está en simples detalles y en simples gestos.

Creo en la visita del fantasma de la tía Férula a la casa de Esteban Trueba y en la Ciudad de las Bestias de Isabel.

Creo en la venganza de Doña Bárbara.

Creo que algún día podre sentir un amor como el de Rose y Jack, que a pesar de todo nunca se congeló en el sur de las costas de Terranova.

Creo que la belleza es inmortal y si no me creen pregúntenle a Dorian.

Creo que Medusa fue víctima del machismo.  

Creo que Madame Bovary nunca en su vida escuchó la frase “una noche de copas, una noche loca” UNA NADA MAS.

Creo en el abrazo desesperado de una madre mocha.

Creo en los bigotes de Dalí, en los excesos de Marie Antoinette, en el pensamiento de Maquiavelo, en la maleta infinita del gato Félix y en la pereza de Garfield.

Creo en la paciencia del coyote, porque me enseñó que hay que ser constante en la vida.

Creo en la virginidad de las camisas blancas de Carolina Herrera, en lo tacones de McQueen y en el vestido colorado de Valentino.

Creo que todas las princesas de Disney son unas mosquitas muertas, trepadoras  sociales.

Creo en los pájaros de Hitchcock, en los dinosaurios de Spielberg y en el Drácula de  Coppola.

Creo en la virginidad de María Magdalena, en la maldad de María y creo en un Dios a mi manera, que me favorece en todo y que no castiga.

Creo que el buen periodista siempre es de oposición.

Pero sobre todas las cosas creo en la melancolía de Obama y en el niño que habita en el interior de Billy.

lunes, 21 de marzo de 2011

Alcantarilla (II)


               No le queda de otra que salir corriendo como alma que lleva el demonio del cuarto de baño.  No sintió cuando cayó dos veces mientras subía las escaleras en forma de caracol y que hasta una rodilla le sangraba de forma leve, nunca supo como llegó tan rápido a su cuarto. Simplemente recordaba esa voz tétrica que le entraba al oído, hacía suya su columna, congelaba los huesos, la acariciaba el corazón y como su cuerpo reventaba en aceite caliente  de adrenalina.
                
               Como pudo se repuso, es ahí donde se dio cuenta que estaba completamente desnudo. Fue al closet y sacó un short. De forma inmediata se dirigió al cuarto contiguo para despertar sin contemplaciones a su primo Stalin. En un bamboleo abrupto el primo despertó todavía con el sueño pegado a su rostro y al cuerpo, abrió lentamente los ojos y se dio cuenta que era Alex quien lo había sacado de los brazos de Morfeo, pero se da cuenta de otra cosa también, que la cara del primo no era más blanca que lo de costumbre, era transparente. No emitía alguna palabra, no gesticulaba, como estatua estaba.

-          ¿Qué te pasa? – reclamó - ¿por qué estás así? ¡responde!
                 
               No contuvo más el llanto ahogado y asfixiante y como Magdalena se echó a llorar. El típico recurso de una cachetada no le sirvió a Stalin para sacar de este estado histérico a Alex, repitió la dosis pero con el reverso de la mano y es ahí cuando su primo vuelve a tocar el piso. Se levantó, secó sus lágrimas y abrazó de forma desesperada a su primo. Le pidió de manera encarecida que lo ayudara, que le dijera que era mentira, que lo sacara de la casa, que lo acompañara, que llamara a sus padres.
                
               Stalin no entendía el porqué de todas estas peticiones, por eso le pidió que de manera pausada le explicara lo que le había pasado. No daba crédito a lo que escuchaba, hasta le preguntó a Alex que si había bebido, este se sintió ofendido con semejante pregunta. Él estaba seguro de lo que había escuchado, no estaba loco. Por eso lo cogió de la mano, pero con paso dudoso y todavía lleno de miedo lo llevó al baño. No quiso entrar, solo abrió la puerta para que su primo entrara y revisara con cuidado toda la habitación.
               
               Ya estando adentro Stalin a primera vista solo divisó el reguero de agua y jabón en el piso y la cortina rota por la fuerza que hizo Alex al tratar de salir de manera desesperada de tan bizarro momento. Como no vio nada se regresó y le preguntó a su primo de dónde provenía la voz a lo que este respondió que creyó escucharla de la alcantarilla del baño.
                 
               Entró de nuevo al cuarto de baño, entró a la ducha y con mucho cuidado para no mojarse inclinó su cabeza para ver si podía escuchar algo…

-          ¡Hey! Te estoy viendo, por favor ayúdame – la voz sonaba metálica y hueca – me duele, no aguanto. Él viene por mí.
               
                De manera histérica y casi esquizofrénica, Stalin se encontraba atravesando el pasillo corriendo y gritando el nombre de Alex, no lo encontraba por ningún lado. Cuando llegó a la sala Alex estaba sentado en cuclillas en un mueble y con los ojos cerrados.

-          ¿La escuchaste verdad? – su voz era muy serena – yo también, cuando la escuchas sientes como una mano helada te manosea los pulmones y un tufo a metal liquido te invade el gusto y olfato.
                 
                Stalin cayó de rodillas al piso y solo lloriqueos de colegiala le salían de la boca, no se le entendía lo que quería decir. El pánico no lo dejaba. ¡Yo me voy! ¡Esta es una casa de locos!, fue lo único que su primo pudo entender. Alex se levantó, lo recogió del piso y le dijo que por más miedo que los dos sintieran tenían que averiguar quién era esa mujer que les hablaba desde una alcantarilla en el baño.
                 
               Se armaron de valor y de forma muy lenta se deslizaron por el pasillo, ya cuando faltaba menos de diez metros para llegar al baño, un conejo blanco con manchas grises de dimensiones pocos convencionales, aunque no muy grande para considerarlo un monstruo salió del baño. Dio unos pocos saltos y frente a ellos se paró, los dos muchachos no creían lo que veían, porque en esa casa no había animales. El conejo tenía un aire ceniciento pero a la vez aterrador por la forma tan fija con que los miraba.
                 
                Luego del estupor, Alex se agachó para ver más de cerca al conejo que simplemente no se movía. Luego de observarlo por unos segundos, alargó su mano para tomarlo. Pero en una fracción de segundo el conejo mordió la mano del muchacho, Alex pudo sentir como sus pequeños dientes se incrustaban en su carne y la sangre fluía de manera graciosa. Quitó de inmediato la mano de la boca del animal y lo maldijo mil veces, el miedo se apoderó de los dos.
                 
                A pesar de esto el conejo se quedó como siempre inmóvil mirando fijamente a los jóvenes que se alejaban lentamente de él. El mamífero lagomorfo levantó su pata trasera derecha para rascar y al terminar esto, miró fijamente a los dos primos, abrió su hocico ensangrentado y emitió un chillido agudo parecido al de un insecto, era tan fino que Alex y Stalin taparon sus oídos y salieron corriendo.  Cuando ya estaban cerca de la puerta de entrada, se le unió al chillido incesante del conejo el grito desesperado y desgarrador de una mujer. El grito salía del fregadero, de los lavamanos, de los grifos, de la poceta, del sistema  de ventilación. El alarido de la mujer y el chillido del conejo se unieron en uno y dominaron la casa.
                
               Alex antes de salir de la casa pudo tomar el teléfono y marcó a sus padres, que al principio no le creían pero al sentir  la desesperación del hijo decidieron dejar de hacer lo que estaban haciendo. Luego llamó a la policía que en menos de diez minutos estaba en la casa, los pocos vecinos de aglomeraron a los alrededores de la casa. Ya el día estaba llegando y con él los padres de Alex y los bomberos que tenía un llamado de emergencia pues un adolescente dijo escuchar una mujer pidiendo auxilio desde una alcantarilla.
                 
               El revuelo que causó en la urbanización fue mayúsculo, los bomberos sin mediar palabras destrozaron el piso del baño para sacar a la mujer, pero no encontraron absolutamente nada. Pasaron casi dos horas de búsqueda y el resultado fue negativo.
                
               Los bomberos y policías al verse burlados hablaron con los padres de Alex y le notificaron que lo llevarían para tomarle declaraciones y darle un escarmiento.
                 
                Alex no hallaba la manera de explicar a las autoridades y a sus padres que lo ocurrido era cierto y que si querían le preguntaran a su primo Stalin. Pero la madre de Alex dijo que esto era imposible porque su hijo nunca tuvo un primo llamado Stalin y que cuando ellos lo dejaron en la casa estaba completamente solo.
                 
                Como poseído se comportaba Alex para que no lo metieran en la patrulla, pero todo fue en vano. Al estar adentro se percató que le dolía la mano y pudo ver la mordida que le había dado el conejo hace rato. De manera inútil trató de demostrarle al policía que manejaba su teoría de la mordida de la mano y su vinculación con el incidente en el baño.
                 
                 Si la policía y los bomberos hubiesen salido al patio y merodeado el pequeño lago que estaba detrás de la casa, entre los matorrales hubiesen encontrado el cadáver de Verónica flotando en un estado de descomposición muy avanzado y a su lado observándola desde la orilla  un conejo blanco con manchas grises de dimensiones poco convencionales aunque no muy grande para considerarlo un monstruo.

martes, 8 de marzo de 2011

Herejía

               Navegando por internet me encontré con un concepto de cristianismo que no está tan alejado de la verdad. Sencillamente magnífico, lástima que se desconozca el autor de tan brillante hipótesis.

               "Cristianismo:
                Es la creencia de que un zombie cósmico judío puede hacerte vivir para siempre si le comunicas telepáticamente que lo aceptas como maestro y te comes su carne y bebes su sangre simbólicamente, así él puede eliminar una fuerza maligna que está presente en tu alma desde el inicio de la humanidad porque una costilla que se convirtió en mujer fue convencida por una serpiente que hablaba para que se comiera una manzana de un árbol mágico."

               De pequeño tuve un enorme terror a la furia de un Dios iracundo, todo esto empeoró cuando hice el catecismo, llegué hasta el punto de querer ser monaguillo y me planteaba la pregunta de cómo sería ser Papa, cosa que simplemente se debe a mi sed de poder y el sueño de mandar aunque sea a un pequeño país de tan solo 900 habitantes que se arrodillarían ante mi los domingo de misa.

               Este afán por lograr el descanso de mi alma inmortal se fue apagando a medida que yo iba creciendo, no solamente mi cuerpo, también mí mente e intelecto. De tanto leer, investigar y ver The Da Vinci Code una luz en mi me mostró la "verdad". Pienso que lo peor que le puede suceder a X religión es que sus practicantes sean críticos, analíticos y que siempre estén tras la verdad de los sermones.

               Cuando me separé ligeramente de mí religión me sentí un poco mal, pensaba que era un hereje, pero no. Esto viene de familia: mí papá toma la ostia sin haber hecho la primera comunión, mí mamá dice que no hay que estar dándose golpes de pecho en una iglesia para que Dios te escuche (no la veo en una desde mi confirmación) y mí abuela materna un domingo en misa en medio de la homilía dijo "este parece, siéntese, arrodíllese no lo aguanta mis rodillas" acto seguido salió de la iglesia para no volver mas y prohibió terminantemente que se le hicieran misas después de muerta. Ya no me sentía solo. 

               Aclaro: soy Católico, Apostólico y Romano porque mí Fe de Bautismo así lo indica o "católico ligero", no pienso nunca cambiar de creencia y a pesar de no profesarla por completo si viene algún elemento humano a cuestionar mí creencia me lo como, mastico, vomito y pisoteo.

               ¿Por qué dejé de creer en mi religión? porque yo no puedo andar por la vida estudiando un libro llamado Biblia que a lo largo de la historia ha sido corrompido y violado como se les ha dado la gana. ¿Cuántos evangelios han sido omitidos? ¿Es cierto TODO lo que dice ahí? Simplemente no puedo, porque un día del año 325 d.C  un tal Constantino I junto a sus amigos decidieron convocar un fulano Concilio de Nicea y ahí establecer las bases del cristianismo y arreglar a su preferencia la Santa Biblia. ¿Qué carajos se yo que mañas tenían esos tipos? ¿Quiénes eran? ¿Se bañaban? Nada me consta. Tampoco puedo creer en un Dios con trastornos de personalidad, para ponerlo más bonito: la Trinidad (Padre, hijo y espíritu santo).

               Otra cosa que me da alergia, es el acoso de otras religiones.  Todos al menos una vez al año hemos sido víctimas del acoso dominical de los Evangélicos y Testigos de Jehová. O nos escondemos o nos enfrentamos a ellos, no nos queda de otra. Muchos prefieren la primera opción. Pero lo que más me hincha las pelotas es que ellos JURAN que son la religión perfecta y son los que se salvarán a la hora del juicio final y que los demás nos quemaremos en las calderas de Luzbel porque somos "ovejas descarriadas". Si me pongo a contarles lo que dicen ellos sobre nosotros no me alcanzaría el tiempo. Una vez a un niño creo que de diez años evangélico lo escuché decir "la virgen es el diablo". La pregunta es la siguiente ¿Quién les da la potestad a otra religión de denigrar y ofender a las demás? Vivan y dejen vivir.

               Catolicismo significa "universal" y "que comprende todo" pero la Santa Iglesia Católica mató a miles de mujeres y hombres porque los consideraban "brujos" cuando solamente eran botánicos o médicos que buscaban alternativas a la medicina de aquél entonces, son "universales" pero condenan el casamiento entre personas del mismo sexo. Los evangélicos no están de acuerdo con las parejas homosexuales porque no pueden concebir y ese es nuestro "mandato" que nos impuso Dios en la tierra, entonces debo asumir que las mujeres estériles se quemarán en el infierno junto a los que por decisión propia decidieron no tener hijos.

               Son muchas cosas las que no me permiten profesar alguna religión. Sería muy aburrido que en el mundo existiera una sola manera de pensar en cuanto a lo religioso, lo divertido está en que miles de culturas se manifiesten a su manera y debatan con otras en cuanto a sus deidades y creencias, esa es la esencia de la vida. Ojalá se siga incrementando el número de religiones y que todas convivan en armonía. Cuando domine el mundo me encargaré de eso [anotando en mi agenda de "cuando domine el mundo"]


               Para finalizar dejo un vídeo que es un fragmento del Stan Up Comedy del profesor José Rafael Briceño. Excelente.


 ¡Viva la Pepa!